El fogonero

EN COLOMBIA ECHÓ PRIMERO RAÍCES EL REVISIONISMO QUE EL MARXISMO LENINISMO

Francisco Mosquera

Discurso pronunciado por el Secretario General del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, Francisco Mosquera en el primer encuentro del Frente Popular-MOIR del 26 y 27 de febrero de 1972.

Querido compañero Alberto Zalamea; compañero Héctor Valencia, compañero Mario Olarte, compañero Ricardo Samper, compañero César Pardo y demás compañeras y compañeros del Frente Popular-MOIR:

Después de la brillante, emocionante y correcta intervención de Alberto Zalamea es muy difícil agregar algunas cuestiones nuevas a las formulaciones estratégicas y programáticas hechas por el compañero. Lo importante de destacar aquí es que la alianza del Frente Popular Colombiano y el MOIR no es meramente una alianza electoral (aplausos), es una alianza que está cimentada en los más firmes principios revolucionarios, es una alianza sellada con la ideología del proletariado y con la fraternidad revolucionaria de obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales, artistas y del resto de las masas populares de Colombia. Y lo importante de ésta alianza es que nos comprometemos todos, no solamente los que estamos aquí reunidos, sino los miles y miles de compañeras y compañeros de todo el país que no pudieron hacerse presentes en este grandioso acto, a luchar por la revolución democrática de nuevo tipo.

La liberación nacional y los cambios democráticos revolucionarios

Colombia logró su independencia nacional de la dominación española a principios del siglo pasado y las fuerzas revolucionarias de aquel entonces, especialmente las masas campesinas, los artesanos y los comerciantes lograron la victoria en una guerra heroica y pudieron fundar nuestra querida República de Colombia. Sin embargo, por el escaso desarrollo de las fuerzas productivas, por el inmenso poder que desde entonces tienen sobre nuestro país las fuerzas terratenientes y las contracorrientes reaccionarias, no se han podido conquistar después de siglo y medio las reivindicaciones democráticas fundamentales por las cuales lucha nuestro pueblo. Colombia ha caído desde hace varias décadas en las garras de un opresor extranjero mil veces más sanguinario que los colonizadores españoles: el imperialismo norteamericano (abajos). El imperialismo norteamericano saquea nuestras riquezas, nuestros recursos naturales y el trabajo de las masas populares. Y esa dominación es la causa fundamental de nuestro atraso. En Colombia hay un estancamiento casi definitivo de la producción. Los monopolios norteamericanos controlan las principales empresas, imponen sus condiciones y trazan toda la política económica del país. Y el atraso de la producción, como ha sido siempre en todas las épocas revolucionarias, es lo determinante para que un pueblo tenga que transformar las relaciones sociales y pasar a otras relaciones diferentes que permitan el progreso y el bienestar. Y siempre que una nación pobre, explotada y miserable ha logrado culminar exitosamente el proceso revolucionario, como en la Rusia de Lenin, la China de Mao, la Cuba de Fidel, el Vietnam de Ho Chi Min y la Corea de Kim II Sung, se presenta inevitablemente el resultado de un gigantesco desarrollo de las fuerzas productivas y nuestro país tiene que dar ese paso, alcanzar la liberación nacional y hacer la revolución, si es que quiere salir del estancamiento y de las condiciones miserables en que se encuentra.

La dominación extranjera del imperialismo norteamericano se ejerce a través de dos clases antinacionales y reaccionarias: la gran burguesía, empotrada en los organismos claves del Estado, y los grandes terratenientes que, con su régimen de explotación de las masas campesinas, imponen el lamentable atraso en las zonas rurales. La revolución tiene, por lo tanto, dos metas importantes: la primera y principal, la de lograr la liberación nacional, y la segunda, la de eliminar el régimen de explotación terrateniente en el campo. En varias ocasiones en la historia del país se ha intentado alcanzar estos objetivos. Sin embargo, ello no ha sido posible porque la fuerza direccional de esta lucha en el pasado estuvo representada por la burguesía. Y la burguesía colombiana abandonó hace ya mucho tiempo sus banderas democráticas; hoy vende al país y está completamente incapacitada para organizar a las masas y lograr el triunfo de la revolución. Las luchas que libraron los más destacados dirigentes del partido liberal como las de Rafael Uribe Uribe a finales del siglo pasado y principios del presente, algunas batallas importantes de Alfonso López y el movimiento popular de Jorge Eliécer Gaitán, no pudieron realizar las tareas democráticas que se proponían, porque la burguesía colombiana desde entonces está desahuciada históricamente.

La necesidad de construir un partido obrero

Pero en el país ha surgido una nueva clase en cuyas manos está la esperanza de la nación, una clase auténticamente revolucionaria, una clase que en el mundo entero le está trazando la orientación a los pueblos en la lucha contra el imperialismo y contra todos los explotadores, una clase que tiene una ideología invencible, una clase que está vinculada estrechamente a la producción nacional y que ya ha dado sus primeros pasos en serio para iniciar la organización de las masas populares en la lucha por la liberación nacional y por las transformaciones democráticas, esa clase es la clase obrera colombiana (aplausos prolongados). Por eso una de las tareas fundamentales de la revolución en el período actual en que se encuentra este proceso es el de la construcción de un auténtico partido proletario.

Todas las clases en Colombia tienen sus organizaciones políticas, tienen sus propios partidos, la burguesía ha contado tradicionalmente con el partido liberal, los terratenientes con el partido conservador y han surgido innumerables agrupaciones políticas, muy fugaces, es cierto de los sectores de la intelectualidad de la pequeña burguesía. Pero el proletariado colombiano por una multitud de razones, especialmente por la situación que vive nuestro país, neocolonial y semifeudal con escaso desarrollo industrial que no permite la aparición de una clase obrera desarrollada y grande; y también por factores subjetivos, porque en Colombia echó primero raíces el revisionismo que el marxismo-leninismo (aplausos), porque lo que en Colombia se han llamado ya tradicionalmente comunistas, no han sabido interpretar lealmente los intereses de clase del proletariado colombiano, no han sabido ponerse al frente de las importantísimas batallas revolucionarias de las masas y tienen a su haber uno que otro crimen contra la causa de la revolución: por esas razones objetivas y subjetivas el proletariado colombiano no ha podido desarrollar su vanguardia política, su estado mayor, su mando supremo que le permita crear una organización que se irradie por todo el país, que se vincule estrechamente al pueblo, que se apersone de las batallas populares, en una palabra, que aproveche las condiciones favorables para el triunfo de la revolución. La consigna básica, la tarea fundamental, compañeras y compañeros, es, por lo tanto, la de resolver este problema de la revolución, la de la creación de un auténtico partido obrero que nos permita cambiar este país (aplausos prolongados y vivas).

Es reaccionaria la concepción de que la revolución es socialista en la presente etapa

Pero a pesar de que esta revolución nuestra requiera la dirección de la clase obrera, eso no significa que la revolución sea socialista en la presente etapa. Y este es también un problema de capital importancia; las tareas en esta etapa actual de nuestro proceso revolucionario son tareas democráticas: la principal, como ya dije, es la liberación nacional del yugo del imperialismo yanqui, y las otras, las transformaciones democráticas en el campo y en el resto de la sociedad colombiana. De este punto depende, de esta claridad depende, de esta concepción depende, el que podamos organizar a las amplias masas. Por eso el debate que se está haciendo a nivel nacional sobre el carácter de la revolución es un debate clave.

Esta revolución no va a expropiar en la etapa actual a los pequeños productores ni a los productores de la industria nacional y va a respetar en el campo la propiedad privada de los campesinos, va a luchar por ella, va a luchar porque se confisquen los grandes latifundios de los terratenientes, para que se reparta la tierra entre los campesinos que la trabajan en forma de propiedad privada y para impulsar en el campo una producción independiente, diversa, dispersa si se quiere, pero libre (grandes aplausos). La defensa de la propiedad privada no monopolista y de la pequeña producción en esta etapa de la revolución no es una cuestión reaccionaria. El proletariado lucha porque los medios fundamentales de la producción pasen a la postre a manos colectivas de toda la sociedad, pero frente a los grandes monopolios extranjeros y nacionales y frente a la gran propiedad territorial en el campo, los cuales hay que confiscar, la defensa de la propiedad privada y de la pequeña producción en las condiciones actuales es revolucionaria.

Si levantamos la bandera en este momento de una revolución socialista como lo hacen los grupos seudo-revolucionarios, y especialmente el trostskismo colombiano, estaremos fortaleciendo a los enemigos fundamentales de nuestro pueblo (aplausos); por eso la concepción de que la revolución en la etapa actual es socialista es una concepción reaccionaria, divide al pueblo y fortalece a nuestros odiados enemigos. Tenemos que construir una república gobernada por obreros y por campesinos, en la que puedan tener cabida todos los demás sectores de la sociedad colombiana que tienen contradicciones antagónicas con los monopolios y con los terratenientes, que puedan tener cabida los artesanos, los pequeños comerciantes y la burguesía de la industria nacional que también sufren la opresión de los explotadores extranjeros. Hay que crear por lo tanto un gigantesco frente único revolucionario en donde puedan participar el 90% de las masas del país (aplausos prolongados), un amplio frente único en donde puedan participar todas las fuerzas enemigas de la gran burguesía, de los grandes terratenientes y del imperialismo norteamericano.

Es una revolución democrática, distinta a las viejas revoluciones democráticas en una cosa: en que esta revolución no va a ser dirigida por la burguesía. A pesar de que hay sectores de la burguesía nacional que verían con muy buen ojo el triunfo de la revolución, esas fuerzas son supremamente débiles y no tienen condiciones ni internas ni externas para ponerse al frente de la lucha revolucionaria de nuestro pueblo. La burguesía a escala mundial hace ya mucho tiempo que pasó a las filas de la reacción. En cambio el proletariado colombiano tiene el apoyo del proletariado internacional, de los países socialistas, con la República Popular China a la cabeza (grandes aplausos), que le darán todo el respaldo, incondicionalmente, para que pueda obtener y alcanzar sus objetivos de clase. Por eso, con ese apoyo y con la garantía de la dirección de la clase obrera, la revolución democrática por la cual estamos luchando culminará necesariamente en su segunda etapa en la revolución socialista. Esta es la formulación estratégica fundamental que el Frente Popular Colombiano y el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario le plantean a todo el país, llamando a la unidad de todos los grupos, de todas las fuerzas y de todas las personas que tengan una posición consecuente en la revolución.

El pueblo unido aplastará a la coalición Liberal-Conservadora gobernante

Por eso nuestra alianza, no obstante que la hemos lanzado para participar en las próximas elecciones, no es simplemente una alianza electoral y aparece en un momento histórico supremamente favorable para las fuerzas de la revolución, en un momento en que los partidos tradicionales se dividen, se dispersan y se hunden en insuperables contradicciones internas. Ahí están los esfuerzos desesperados que hace uno de esos figurones, una de esas vacas sagradas de los partidos tradicionales, la Momia de Chía (risas), que va a Medellín dizque a salvar la democracia colombiana. Y ¿qué fórmula ha presentado? La vieja fórmula de la coalición de los partidos tradicionales corrompidos y caducos. Ha amenazado con que esa alianza burgués-terrateniente, liberal-conservadora, tiene que abrirse camino porque está consagrada en la Constitución Nacional, y vocifera y amenaza a las corrientes políticas nuevas que en Colombia no creen en los partidos tradicionales, que plantean claramente que esos partidos que tantos crímenes le deben al pueblo colombiano tienen que ser aislados, derrotados y sepultados definitivamente (aplausos prolongados), les dice que esas fuerzas nuevas no podrán pasar porque así está consagrado en la Constitución Nacional. ¡Pero este tempestuoso proceso de la revolución no lo podrá detener un simple folleto! Las masas se levantarán y pisotearán la Constitución de las clases dominantes! (aplausos prolongados y vivas). Las fuerzas revolucionarias destruirán la Constitución de las clases dominantes y redactarán una Constitución nueva de una república nueva, de la República de los obreros y de los campesinos (aplausos).

Se atreve a decir el señor Lleras Camargo (abajos) que la coalición liberal-conservadora que ha gobernado al país durante estos últimos 14 años lo ha hecho con el apoyo del pueblo y que Colombia le debe a la coalición gobernante muchos beneficios y favores. Sin embargo, el descrédito y la debilidad política de los partidos tradicionales es una cosa evidente. La situación para la reacción es cada vez más difícil como es cada vez más favorable para las fuerzas de la revolución.

Cómo impusieron a Pastrana, si no fue en el más escandaloso fraude que conozca la historia del país; con actos grotescos como el que protagonizó el ministro Noriega quien tomándose la radio y la televisión le dijo desvergonzadamente a los 20 millones de colombianos que los resultados de las elecciones del 19 de abril de 1970 no eran los que estaba dando la Registraduría del Estado Civil, sino los que él tenía en el bolsillo. Eso lo sabe todo el país y lo saben también en el extranjero, que para imponer a Misael Pastrana fue necesario un fraude de más de medio millón de votos. Fue un auténtico golpe de Estado, con toque de queda a las ocho de la noche en todo el territorio nacional, con detenciones arbitrarias de los más conocidos dirigentes de las organizaciones de masas y de las organizaciones revolucionarias, fue necesario, en fin, poner el país al borde de la guerra civil, y si no se dieron mayores acontecimientos se debió a la ineptitud, a la cobardía y a las componendas de la casa Rojas (aplausos prolongados). Y tratan en vano de convencerse que la situación no es desfavorable para ellos, pero eso no es cierto, y no es cierto porque la causa que están defendiendo no despierta sino el repudio de las masas populares, porque los programas que están pregonando, las reformas que le están proponiendo el país, son los programas y las reformas planteadas por los monopolios norteamericanos.

Soluciones, por ejemplo, como la de la integración latinoamericana, que encuadra perfectamente bien dentro de la política de “buen socio” esbozada por la administración Nixon para el Continente, lo que busca es ampliar los mercados, borrando las fronteras, violando la dignidad nacional de los países latinoamericanos, para que los inversionistas extranjeros norteamericanos, puedan poner grandes empresas, con la facilidad de poder recorrer sin trabas todo el territorio de América Latina con sus mercancías, sus capitales y la fuerza de trabajo. La integración latinoamericana la adelantan golpeando los intereses de las distintas naciones y aún los intereses particulares del Estado en los distintos países; constituyen organismos supranacionales con poder superior al de los propios estados, organismos financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo que ya ha hecho cuantiosísimas inversiones, por más de mil millones de dólares, aprovechando los programas de integración.

No pueden tampoco convencer al país con reformas como la reforma agraria, que ellos han llamado “integral”. La reforma agraria “integral” es realmente un negocio redondo, integral, de los monopolios yanquis por cuenta de las masas campesinas (aplausos). ¿En qué consiste el negocio? En que el imperialismo yanqui financia la reforma agraria con empréstitos elevadísimos que paga la nación. Con esos dineros se compran las peores tierras de los terratenientes a los mejores precios y luego se les vende cara a los campesinos que reciben parcelas, pero que no pasan de 20.000 en todo el país y en diez años de reforma agraria. A estos campesinos se les ha entregado un pedazo de tierra en condiciones arbitrarias y antidemocráticas, obligándolos a amarrarse a la tierra e hipotecándolos de por vida. Los préstamos que les hacen a los campesinos se los entregan en mercancías, en productos de los monopolios, en ganado, ganado que los terratenientes venden a muy buen precio. Y el último acuerdo, el acuerdo de Chicoral, que fue un acuerdo entre terratenientes, tenía una finalidad, como lo dijo cínicamente Mario Laserna en un artículo publicado de “El Tiempo”, que la reforma agraria no podía correr a cargo de los terratenientes, sino que la reforma agraria tenía que ser costeada por el pueblo colombiano, aumentándole los impuestos, redoblándole las cargas.

Con banderas de ese tipo la coalición liberal-conservadora no podrá tener nunca el respaldo de las masas populares. Por eso nuestras soluciones son el futuro de Colombia, nuestra plataforma de lucha revolucionaria antiimperialista y democrática será apoyada por todo el país y lograremos, sobre todo en el campo, que las masas campesinas, que ya iniciaron a partir del año pasado un levantamiento masivo en defensa de sus tierras, escuchen nuestro mensaje revolucionario, se unan estrechamente a la clase obrera, que bajo su dirección se garantizará la revolución agraria y se logrará construir el poderoso frente revolucionario del pueblo colombiano contra la alianza liberal-conservadora (aplausos prolongados y vivas).

Por una central única de trabajadores revolucionaria

Todas estas consideraciones, todos estos postulados ideológicos y políticos son los que han orientado nuestra actividad fundamentalmente hacia la creación de una fuerza obrera nacional. Ese el Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, la organización de masas más avanzada y combativa de la clase obrera colombiana. Ha sido una organización que se ha desarrollado en condiciones muy difíciles, sobre todo porque la represión oficial ha estado permanentemente encima de los sindicatos y de los dirigentes obreros que se atreven a combatir las camarillas traidoras de la UTC y CTC y las camarillas revisionistas de la CSTC. Nuestros sindicatos han sido ilegalizados en todas partes. Se han presentado casos como el aberrante del Sindicato de Fabricato en Bello, Antioquia, en donde después de cuatro asambleas exitosas la fuerzas del MOIR lograron derrotar la pandilla utecista y nombrar una junta directiva revolucionaria, pero los compañeros fueron sacados por la policía del sindicato y el sindicato fue devuelto a la UTC.

Como los casos, por ejemplo, de la clasificación de los “trabajadores oficiales” en “empleados públicos” con el objetivo de impedirle a un amplísimo sector de la clase obrera colombiana los derechos de organización y de contratación colectiva y que fue aplicada especialmente con saña contra las fuerzas del Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario. Los primeros sindicatos importantes clasificados en el país fueron los de Empresas Públicas de Medellín y Empresas Municipales de Cali. Ante esa situación, el MOIR organizo en 1970 el movimiento del Paro Nacional Patriótico, cuyas banderas las continuamos defendiendo porque los puntos reivindicativos de ese paro son las exigencias más sentidas de la clase obrera colombiana. Es cierto que ese paro no fue victorioso, que no logramos conseguir todas las peticiones que planteábamos y que cuando el movimiento se estaba generalizando con el apoyo de sindicatos amigos que no pertenecen al MOIR, y de organizaciones revolucionarias que tienen diferencias con nosotros, ante el temor de que el MOIR cogiera fuerza, se aprestigiara ante la masa obrera, resolvieron sabotear el paro al cual se habían comprometido. Sin embargo el MOIR, dando un ejemplo en este país donde casi todos los movimientos populares han sido vendidos por el oportunismo, resolvimos salir a la batalla y muchos compañeros nuestros se sacrificaron en ella (aplausos prolongados).

En esa ocasión invitamos fraternalmente a todas las organizaciones políticas que pensamos podrían contribuir al movimiento. Hablamos con el Comité Ejecutivo de la CSTC y llegamos a un acuerdo inicial: que se constituyera una comisión conjunta de la CSTC y el MOIR para estudiar un documento unitario que le diera respaldo a la lucha de los trabajadores de los servicios públicos. Eso fue acordado por la tarde, y al otro día indudablemente por dirección trazada por el Comité Central del Partido Comunista de Colombia, se vinieron contra el movimiento los mismos dirigentes de la CSTC que se habían comprometido con nosotros; dijeron que ese movimiento era de demasiado contenido político y que las masas por lo tanto no lo apoyaban. ¿Y cuál es el contenido político? Son las reivindicaciones democráticas de la clase obrera, los derechos de organización, de huelga, de contratación colectiva. etc.

Los vendedores y revisionistas nos acusan de que somos divisionistas, y se escandalizan por la acción revolucionaria de los sectores más consecuentes del proletariado colombiano. Pero cómo no vamos a ser divisionistas cuando la mayoría de la clase obrera está controlada por la reacción, está en manos de las camarillas vendeobreras de la UTC y la CTC a las cuales les hacen el juego las directivas revisionistas de la CSTC (aplausos). La división no es mala cuando la división se hace para debilitar la reacción (aplausos). Si estuviéramos debilitando las fuerzas revolucionarias de la clase obrera tendrían todo el derecho para señalarnos como divisionistas. La división es buena y lo hemos aprendido precisamente del camarada Mao Tsetung quien se ha atrevido a librar las más grandes batallas del proletariado universal y quien en la República Popular China impulsó ese profundo movimiento de la Revolución Cultural que conmovió a toda China, que la dividió, pero que expulsó de su seno a las camarillas revisionistas que traicionaban la lucha del proletariado chino (grandes aplausos).

Esta batalla por desenmascarar los vendeobreros la continuará el MOIR como sea. No nos intimidan las ilegalizaciones arbitrarias de nuestros sindicatos, no nos intimidan las detenciones de nuestros dirigentes. Continuaremos batallando minuto a minuto, día a día, hasta que podamos construir en Colombia una Central Única de Trabajadores Revolucionarios (aplausos prolongados y vivas).

Las luchas revolucionarias del estudiantado y de la Juventud Patriótica

La influencia del MOIR en la clase obrera le ha dejado grandes experiencias: le ha permitido consolidar sus fuerzas; y lo que explica por parte del MOIR este acto grandioso donde hay delegados de todo el país, representantes de centenares de organizaciones de masas, lo que explica todo este avance revolucionario, es el hecho simple de que el MOIR ha podido echar raíces en el seno de la clase obrera. Nos ha permitido este trabajo entre el proletariado constituir una base de apoyo política firme para poder ir a los otros sectores del pueblo; como por ejemplo la influencia que el MOIR ha logrado en la juventud colombiana.

Las banderas de la lucha democrática del estudiantado colombiano, las banderas de lucha por una organización nacional de los estudiantes colombianos y la necesidad de que las bases estudiantiles todas luchen por sus reivindicaciones democráticas, fueron banderas levantadas por el MOIR dentro de una universidad en donde se mantenía generalizada una posición infantil de izquierda que obstaculizaba la organización de las masas y la lucha de las masas por sus reivindicaciones. Y logramos, o no es así, el más importante movimiento estudiantil de la historia de este país (grandes aplausos). O será reaccionaria la lucha de las masas estudiantiles de la Universidad Nacional que eligieron a los representantes de la Juventud Patriótica al Consejo Provisional de Dirección de la Universidad? ¿O serán reaccionarios los estudiantes de la Universidad de Antioquia que arrancaron al gobierno el consejo provisional y eligieron dos compañeros de la JUPA como representantes suyos a ese consejo? Y en la Universidad de Antioquia se votó con el MOIR o contra el MOIR, y se votó después de que tomamos la decisión de ir a las próximas elecciones de abril. La lucha y el respaldo dados por los estudiantes del Tolima, de Nariño y del resto del país han permitido consolidar a la Juventud Patriótica, la organización más combativa del estudiantado colombiano (aplausos prolongados).

La Juventud Patriótica se abrió paso en una batalla denodada en todos los terrenos. Había un punto muy importante de discusión, y era el de que si los estudiantes podían y debían luchar por conseguir sus reivindicaciones a pesar de que continuemos viviendo bajo el régimen de explotación neocolonial y semifeudal. Las tendencias oportunistas de derecha y de “izquierda” decían en la Universidad que era una traición de la Juventud Patriótica afirmar que sí es posible luchar por lograr las reivindicaciones democráticas del estudiantado en las condiciones actuales, con una condición, con la condición de que se movilicen las masas; porque mientras los revisionistas del falso Partido Comunista, decían, por ejemplo, en abril del año pasado, que la principal forma de lucha era la negociación, como está consignado en una declaración del Comité Regional del Valle del Cauca, nosotros decíamos que la salida era continuar batallando, movilizar a las masas, seguir luchando en la Universidad hasta lograr la expulsión del imperialismo y de su ideología, hasta que en los organismos provisionales o definitivos de dirección de las universidades estén representados mayoritariamente los profesores y los estudiantes revolucionarios (aplausos).

Ninguna revolución ha triunfado sin una profunda lucha ideológica

De la lucha del estudiantado aprendimos, porque los revolucionarios tenemos que aprender modestamente de las masas, aprendimos una cosa, mientras el oportunismo refunfuñaba de la lucha del estudiantado, mientras el oportunismo calumniaba a los dirigentes más probados en la lucha estudiantil como Marcelo Torres (aplausos y vivas), aprendimos que la revolución colombiana requiere de una profunda lucha en el terreno de la cultura y en el terreno de la ideología. Nosotros sabemos que las instituciones educativas del sistema están hechas y acondicionadas para defender los intereses de las clases dominantes. Nosotros sabemos que en la universidad el rector y los sectores más reaccionarios de las directivas enseñan: Viva el imperialismo. Pero nosotros también sabemos que en la Universidad está el otro polo contrario, están las masas estudiantiles, la juventud rebelde, hijos de clase media, gentes pobres que no están con los explotadores extranjeros y nacionales y que pueden en una lucha arrogante desde el pupitre, desde el aula, desde la universidad, aprovechando los mítines y los paros, enseñar lo contrario: Abajo el imperialismo (aplausos prolongados).

Estamos en un período que se caracteriza, compañeras y compañeros, por una agudísima lucha ideológica. Es la preparación de la revolución. Es un momento en el que todas las fuerzas y grupos políticos plantean soluciones a los problemas nacionales, como lo hemos planteado nosotros aquí. Es una situación importantísima en la cual en todos los estamentos de la sociedad se presenta un enfrentamiento entre las ideas antinacionales, entre las ideas reaccionarias que defienden el imperialismo y sus lacayos, por una parte, y las ideas revolucionarias del pueblo, por la otra. Y esa lucha es indispensable. Ninguna revolución verdadera ha triunfado, ni siquiera la revolución burguesa triunfó, sin que la antecediera una profunda lucha ideológica. En el caso nuestro es la revolución cultural de nueva democracia la que preparará las condiciones subjetivas, programáticas e ideológicas de la revolución, que permitirán la organización de las masas y que se materializarán a la larga en un gigantesco ejército revolucionario (aplausos prolongados y vivas).

Hay que aplastar las ideas reaccionarias

Tenemos que derrotar, compañeros, las ideas reaccionarias, tenemos que hacer salir de las mentes de nuestro pueblo todas esas concepciones que no están a su servicio. Por ejemplo la idea antinacional, la idea imperialista de que estos países son pobres porque son pueblos perezosos que no quieren trabajar, en comparación con los países capitalistas, con los países europeos donde hay desarrollo industrial, porque “allá la gente si trabaja y no es perezosa ni ociosa como la gente nuestra”. Esta idea ha sido difundida precisamente por los colonizadores para encubrir la verdadera causa del atraso de los países sojuzgados y su propio enriquecimiento, que no es otra que la explotación llevada a cabo sobre nuestros pueblos durante siglos. Tenemos que explicar las verdaderas razones de nuestra situación y mostrar las perspectivas favorables y las soluciones correctas para salir de la opresión y lograr la independencia y el progreso.

También debemos derrotar y destruir esa idea tan puesta en boga por las clases dominantes y algunas gentes ilustradas de que la gente tiene que educarse, ir a la escuela, ir a la universidad para que no se queden convertidos en peones. Es el desprecio a los peones, es el desprecio a las masas trabajadoras; porque sin peones que abran los surcos de la tierra no hay alimento en la sociedad (aplausos prolongados), porque sin peones que allanen los caminos del progreso no hay felicidad en ninguna sociedad, porque sin peones que se metan a las fábricas y a los socavones de las minas la sociedad no tendría los medios indispensables para su subsistencia (aplausos). Nos la podemos pasar sin doctores pero no nos la podemos pasar sin peones, compañeros (aplausos). Hay que crear una ideología que respete a las clases trabajadoras, que se ponga a su servicio, que las dignifique en su verdadero valor y hay que sepultar todas las ideas contrarias al pueblo y que están al servicio de las minorías explotadoras. Eso es parte de la lucha de la revolución cultural, sin la cual no es posible el triunfo de la revolución.

Hay que sepultar también, por ejemplo, esa idea tradicional de que la mujer colombiana, y en general la mujer, es inferior al hombre. Y con esa idea se ha justificado el hecho que se le haya privado a la mujer durante siglos su igualdad en el trabajo, su igualdad en todas las actividades de la sociedad. Tenemos que pregonar a todos los costados del país que la mujer no sólo tiene derecho, sino que es capaz de ponerse al frente, como los hombres, en todas las actividades, (aplausos prolongados), y con ellos emprender las más duras tareas y las luchas más agudas por lograr la independencia nacional y realizar la revolución (aplausos).

Hay que barrer igualmente de la faz del país esa otra idea reaccionaria de que el arte está por encima de las clases y de la lucha de clases. Esa es otra gran mentira con la cual han jugado las clases dominantes en su sucio papel de explotar a nuestro pueblo. Es una máxima que ellos no cumplen, porque el arte reaccionario, el arte imperialista, en la prensa, en la televisión y en el cine, el arte de los Estados Unidos, las películas que le obligan a ver a nuestro pueblo, son difamaciones y calumnias contra el pueblo y defensas descaradas de los imperialistas y de los explotadores. El arte lo tienen las clases dominantes al servicio de las campañas anticomunistas, para presentar las fuerzas de la revolución, para presentar a las fuerzas del proletariado como un monstruo indeseable. Ellos no cumplen esa máxima, de que el arte está por encima de las clases. El arte revolucionario tiene que ponerse al servicio del pueblo. Todas nuestras obras, todas nuestras canciones, todos nuestros poemas deben estar dirigidos hacia un solo objetivo: a servir al pueblo, a animarlo en su lucha, a educarlo, a organizarlo y a preparar las condiciones materiales para el triunfo de la revolución (aplausos prolongados).

En la lucha por la revolución de nueva democracia están al frente, en primera línea de fuego, en este momento en el país, los estudiantes, los intelectuales y los artistas revolucionarios. Los intelectuales revolucionarios congregados aquí con nosotros en esta gran fiesta deben entender claramente, en primer lugar, que sin intelectuales revolucionarios no hay revolución, y por eso el MOIR se ha preocupado básicamente por organizar el Frente Intelectual Revolucionario y el Frente de la Cultura; pero los intelectuales no valen un comino si no abandonan sus posiciones intelectualistas, sus posiciones charlatanas y se vinculan no como maestros sino como alumnos a las grandes masas populares (aplausos y vivas). Y en esa forma compañeros seremos invencibles. Por eso estamos creando un movimiento que asusta a la reacción y que llena de júbilo a las masas.

La organización de los campesinos también debe ser independiente y revolucionaria

Y en esa forma nos estamos preparando para emprender otra gran tarea, en la cual nos hacen falta muchas cosas, y es la tarea de invadir el campo con un ejército de cuadros revolucionarios que en nombre de la clase obrera planteen al campesinado las soluciones consecuentes de lucha, que se vinculen estrechamente a las masas campesinas, las organicen y puedan con ellas producir todos esos levantamientos sin los cuales no es posible el triunfo de la revolución (aplausos). En el campo también, como lo estamos haciendo en el movimiento obrero, en el movimiento estudiantil y en los demás sectores donde hacemos nuestra actividad revolucionaria, en el campo también hay que librar una decisiva batalla por crear una organización independiente y revolucionaria de los campesinos. La organización de los campesinos no puede ser como la organización de la UTC y de la CTC en la clase obrera. Hay que crear una organización que no esté bajo el tutelaje del gobierno, porque ¿qué será de la organización campesina donde los dirigentes reciben sueldos de ministro y se la pasan en los ministerios charlando con los enemigos del pueblo y abandonan las actividades auténticas de organización y de avance de la lucha campesina? (aplausos). Por eso también en el campo la consigna central es la de la organización independiente y revolucionaria del campesinado (aplausos).

Combatiremos las instituciones parlamentarias burguesas desde adentro y desde afuera

Todas estas batallas, todas estas concepciones, las vamos a desplegar y a difundir hasta en los más apartados rincones del país, aprovechando la campaña electoral. Por eso es importante la decisión de ir a las elecciones. Para el MOIR fue una determinación de mucha trascendencia, por que en este punto del aprovechamiento de la lucha electoral nosotros teníamos un gran vacío y habíamos cometido un grande error: el de defender la consigna de la abstención. Esta consigna nos impidió en el pasado consolidar nuestras fuerzas y avanzar, ya que en las épocas electorales las masas que aún creen en las instituciones parlamentarias burguesas se van detrás de los partidos oportunistas, de los partidos que asumen aparentemente posiciones más avanzadas en comparación con los partidos tradicionales reaccionarios. Tuvimos muchos ejemplos, como el caso de las luchas libradas por nuestros compañeros en Nariño, las luchas por la luz, por lograr en esa región atrasada del país un despegue hacia el desarrollo industrial, las luchas antiimperialistas; los comités que nosotros organizábamos en esas luchas se convertían en las épocas de elecciones, en comités electorales de otras organizaciones políticas. Esas experiencias las tuvimos muy en cuenta, estuvimos también consultando la experiencia universal del proletariado, y a la luz del marxismo-leninismo-pensamiento Mao Tsetung comprendimos que en un país donde existan instituciones parlamentarias, por más atrasadas y reaccionarias que ellas sean, si en ellas creen aún cuando sea un sector minoritario pero considerable de la población, es deber de los revolucionarios participar en la lucha electoral.

Nosotros sabemos que en las instituciones parlamentarias burguesas el pueblo no encontrará jamás la solución de sus problemas, nosotros sabemos que en esas instituciones no hay, no ha habido tradicionalmente auténticos voceros del pueblo. Nosotros sabemos que en esas corporaciones se ventilan los sucios negocios, el tráfico de influencias y la corruptela administrativa. Pero de todas maneras debemos ir al seno de esas instituciones, aprovechar la lucha electoral, para así poder desde adentro y desde afuera de esas instituciones crear las condiciones para que a través de un gran auge de la lucha revolucionaria de las masas logremos sepultar estas instituciones parlamentarias burguesas y en su lugar crear corporaciones auténticamente populares, donde se concentre la fuerza de los legítimos representantes de obreros y de campesinos y donde se deposite todo el Poder real y toda la función real del Estado ( aplausos prolongados).

Teniendo en cuenta estas consideraciones, nos hicimos una autocrítica al tomar la determinación de ir a las elecciones, y no podría ser en otra forma, porque la seriedad de una organización revolucionaria se mide en la actitud que asuma frente a sus errores y en la decisión de corregirlos. Una organización revolucionaria no le teme al pueblo, no le teme a la crítica, a la crítica de las masas, y por eso señalamos autocríticamente nuestra equivocada consigna de la abstención al dar el MOIR el paso de ir a las elecciones. Sin embargo, los falsos comunistas del Partido revisionista de Colombia tomaron esa autocrítica con burla; ellos que nos aconsejaban que fuéramos a las elecciones, ellos que con toda razón defendieron el principio de que hay que participar en la lucha electoral, cuando el MOIR tomó la decisión de ir a esa lucha entonces resolvieron combatir al MOIR por ir a elecciones, y resolvieron decir que el MOIR va a la campaña electoral para hacerle el juego a la reacción y para debilitar a los partidos llamados de la oposición. Pero la posición nuestra, el carácter revolucionario de nuestra participación en la lucha electoral está supremamente definido y supremamente claro en la alianza concertada con el Frente Popular Colombiano (aplausos prologados y vivas).

Una alternativa nueva hacia la unidad del pueblo

Que tenemos diferencias con la ANAPO? Sí, es cierto, como tenemos también profundas diferencias con el revisionismo. No podemos pasar por alto en las condiciones actuales del país esas diferencias porque lo que está en juego son cuestiones supremamente importantes. No podemos estar de acuerdo con la ANAPO, por ejemplo, en la defensa que hace de la política de dominación imperialista. No podemos estar de acuerdo con la ANAPO en la política que hace y en sus concepciones programáticas de defensa del régimen de explotación terrateniente en el campo. Tampoco podemos estar de acuerdo con las componendas, con las maniobras y con las traiciones que tanto la ANAPO como el Partido Comunista Revisionista hacen en las corporaciones públicas, en los Consejos Municipales, repitiendo las mismas traiciones y los mismos crímenes de la clase dominante. Por eso tenemos que salirle al país con una fuerza nueva. Salimos al país, como explicó muy bien y correctamente el compañero Alberto Zalamea, con una alternativa nueva, con una alternativa auténticamente revolucionaria, y eso es lo que explica el fervor que se está dando con la alianza del Frente Popular Colombiano y el MOIR a nivel nacional, a pesar de que tenemos escasamente un mes de trabajo y de agitación (aplausos).

Y aclaramos una cosa: no tenemos el menor inconveniente en llegar a acuerdos fraternales y sinceros con aquellas agrupaciones políticas, con aquellas personas revolucionarias que se decidan con nosotros a librar la batalla en la defensa de los intereses de la nación y del pueblo colombiano (aplausos).

Toda fuerza nueva al servicio de una causa justa es invencible

Somos una fuerza relativamente débil. No obstante que nuestra acción se está desarrollando en todos los sectores de la sociedad colombiana y en todos los departamentos, somos una fuerza relativamente débil, pero en ascenso, y nuestra fuerza será invencible, porque toda fuerza nueva al servicio de una causa justa es invencible (aplausos), tiene que abrirse paso a través de muchos obstáculos, pero no habrá barrera que no franqueemos, no habrá obstáculo que no superemos, no habrá batalla que no demos y llegará el día, amanecerá sobre Colombia el día que talvez en este mismo recinto nuestras fuerzas organizadas al frente de los auténticos representantes de los obreros y de los campesinos, como fruto directo del triunfo de la revolución, sentarán las bases para la construcción de una república independiente, popular, soberana, libre, democrática y próspera en marcha al socialismo (aplausos prolongados y vivas).

Lucharemos al precio que sea necesario

Y quiero repetir las palabras de nuestro querido compañero Alberto Zalamea. Contra el Frente Popular-MOIR se está desatando por parte de la reacción, por parte del gobierno una descaradísima represión. Más de trescientos compañeros nuestros han sido detenidos en distintas ciudades del país. Veintinueve compañeros del MOIR presos en Cali, por ejemplo, estuvieron cerca de una semana detenidos porque estaban repartiendo propaganda electoral, y solamente los liberó el régimen cuando los estudiantes del Colegio de Santa Librada declararon un paro y sentaron la amenaza perentoria de que no se levantaría ese paro hasta cuando los compañeros del MOIR no fueran libertados (aplausos).

¿Cuáles son las garantías que el gobierno dice estar dando a todos los grupos políticos, cuando desde el jueves en la ciudad de Barranquilla fueron detenidos nuestros compañeros Marcelo Torres, Alvaro Rodríguez, Alejandro Manzuoli y Germán Patiño cuando se disponían a viajar a este encuentro? Los compañeros siguen detenidos no obstante que se le comunicó al gobierno que el Encuentro está “legalizado”, que tiene todos los permisos y que se está haciendo nada más y nada menos que en el “honorable” recinto de la Cámara de Representantes (risas). Sin embargo no se les permitió a los compañeros asistir al acto y se les está tratando de comprometer en no se sabe qué supuesto complot policial, ni con qué clases de calumnias; no se sabe en qué enredo subversivo el gobierno pretende meter a estos compañeros. Y frente a esta represión oficial se está levantando también contra nosotros la represión del oportunismo, como fue el acto vandálico que propiciaron y protagonizaron las camarillas dirigentes de la ANAPO y de los mamertos en Cali, cuando organizando una turba de matones ebrios, armados destruyeron la puerta del sindicato de Empresas Municipales de Cali, golpearon a compañeras y compañeros indefensos y con el apoyo de la fuerza pública se quedaron con la sede de este sindicato que hace parte del MOIR.

Se nos quiere intimidar; lo que pretenden es que no demos la batalla, que toquemos la retirada y no nos lancemos por todo el país a defender nuestras tesis y nuestro pensamiento revolucionario. Quiero repetir con Alberto Zalamea y con él a la cabeza como conductor máximo de esta batalla, que no nos dejaremos intimidar, responderemos al precio que sea necesario y medida por medida, y a la violencia reaccionaria responderemos con la violencia revolucionaria de las masas organizadas (largos aplausos y vivas).

¡VIVA LA REVOLUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA!

¡VIVA EL FRENTE POPULAR MOIR!

¡VIVA NUESTRO QUERIDO COMPAÑERO ALBERTO ZALAMEA!

 

 
 
bg