El fogonero

 

 

 

FRANCISCO MOSQUERA

OTROS ESCRITOS II

(1977-1994)

 


18. SEGUIMOS INVITANDO

A LOS ALIADOS A FORTALECER

LA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA

 

Respuesta de Francisco Mosquera a Consuelo de Montejo. Tomado de Tribuna Roja No 43, mayo de 1982.

 

Bogotá, abril 12 de 1982

Compañera: Consuelo de Montejo

Apreciada compañera:

La decisión suya, transmitida en su carta del 24 de marzo, de sustraer su nombre a los comicios presidenciales como consecuencia de los resultados obtenidos en la primera ronda de la campaña, representa para el MOIR un revés de monta que se suma a las muchas dificultades de la hora presente. Usted sabe con cuanta insistencia tratamos de persuadirla en las reuniones de balance para que reconsiderara y retirara la renuncia de su candidatura.

Somos plenamente conscientes de que los guarismos alcanzados por el Frente son en verdad descorazonadores y de que la derrota que nos infligieron nuestros enemigos supero toda humana previsión. Sin embargo, de antemano conocíamos las aplastantes desventajas que afrontan las agrupaciones revolucionarias cuando concurren a este tipo de eventos organizados y reglamentados por una oligarquía inescrupulosa y hábil en darle un tocado democrático al despotismo reinante, a través de manipuleo fraudulento de las elecciones.

La dictadura antinacional y antipopular que estrangula a Colombia se ha sustentado tradicionalmente en unos sufragios que distorsionan u ocultan el genuino criterio de las mayorías.
Por las normas y los mecanismos de votación tan deficientes y obsoletos, por el uso descarado de los dineros del erario para conseguir el apoyo a los candidatos del bipartidismo gobernante, por el monopolio absoluto de los medios de comunicación, por las trabas y prohibiciones sistemáticas contra los partidos de las clases sojuzgadas y por el resto de trapisondas características de las confrontaciones comiciales colombianas, incluida la compra y venta de votos, a una fuerza apenas en desarrollo como la nuestra que, a diferencia del mamertismo, no busca puntos convergentes con los vendepatria, ni procura ganarse el favor de los mandatarios con propuestas de pactos sociales, peticiones de amnistía u ofrecimientos de paz, ni corre a ponerse a la sombra de la gran prensa, a una fuerza así, le queda completamente imposible vencer a sus adversarios en una batalla donde estos determinan las condiciones de la misma y gozan de superioridades imbatibles. Dentro de semejante perspectiva lo que fin y l cabo cuenta para nosotros no es obtener en las urnas tres, cuatro o cinco decenas de miles de papeletas, cifra insignificante si se compara con los cinco millones que se adjudican las dos viejas colectividades junto con sus respectivas disidencias. Los beneficios que nos puedan reportar el debate estriban, tal cual lo hemos explicado, en la agitación y propaganda de las tesis programáticas del FUP, la refutación de las falaces posiciones de la reacción y el oportunismo y el impulso de una corriente política contrapuesta a las intolerables pretensiones de los amos del país y de sus validos de la oposición.

La invitación que siempre formulamos a nuestros aliados ha siso a construir un poco de atracción realmente distinto de los que durante tanto tiempo han defraudado a las masas, una alternativa que tenga trascendencia histórica por su lealtad a los caros anhelos de emancipación nacional y de transformación revolucionaria de los vastos sectores progresistas y patrióticos, y que la vayamos forjando paciente pero decididamente, mediante el aprovechamiento de todos y cada uno de los múltiples combates de los oprimidos contra los opresores, sin desdeñar siquiera las limitadas oportunidades de la brega electoral. Por eso, y aunque comprendemos las razones que a usted lo llevaron a desistir de su postulación, nos preocupa enormemente licenciar, así sea por menos de dos meses, las huestes del Frente, y dejar, de lo que falta de campaña, el terreno totalmente libre no sólo a los portavoces del continuismo sino a los reformadores de oficio del sistema.

A pesar del asqueante manejo de las votaciones por parte de los detentadores del Poder y de que prácticamente está asegurada la reelección del señor López Michelsen, el descontento cunde porque el pueblo se siente burlado e intuye que los años venideros serán aún más tremebundos que el tristemente célebre cuatrienio del “mandato de hambre”. Las multitudes que al paso de la comitiva del FUP se congregaron en nuestros mítines y escucharon a nuestros oradores, ciertamente no votaron por nosotros. Más no descargaremos sobre ella las responsabilidades del percance. Si no adoptaron una actitud más resuelta, no obstante aparecer respectivas y ansiosas de encontrar las soluciones salvadoras a los graves problemas del país, ello obedece a varios factores, entre los cuales sobresalen la poca confianza en la pureza del sufragio y la confusión que sigue prevaleciendo a causa de los malabares de las llamadas izquierdas” que promueven ora una táctica aventurera, ora la conciliación con quien dicen combatir.

El Partido Comunista efectuó en casa la mitad de los departamentos alianzas electoreras con la facción de Galán Sarmiento movimiento inspirado por el antiguo llerismo y sostenido por los principales diarios liberales, y cuyos máximos objetivos consisten no en suprimir el dominio de la coalición burgués-terrateniente proimperialista sino en moralizarla, no en eliminar la usura y el agio sino en regularlos, no en propiciar el desarrollo de la nación sino en amoldarlo a los impedimentos externos e internos.

Gabriel García Márquez, que actúa de intermediario de los soviéticos a través de los cubanos, no le tembló la pluma al estimar el buen augurio al retorno de las andanzas presidenciales del padre de los hijos del ejecutivo. Y el candidato Molina, además de acompañar a los funcionarios turbayistas en actos públicos y en la inauguración de obras con marcado propósito electoral, halagó a López, y elogió a Galán y se mostró indulgente con Belisario Betancur.

¿Se logrará bajo tales circunstancias liberar a las masas populares de la coyunda ideológica y política de sus expoliadores? Indudablemente no.

Fue notorio, por ejemplo, que, a excepción de la vertiente de opinión que usted personificó con valor y entusiasmo, el 14 de marzo las diversas banderías demandaron el respaldo de los ciudadanos con el señuelo de la paz, como si ésta pudiera otorgarla un régimen cuya existencia misma depende de la extorsión y la opresión de las mayorías laboriosas, u ordenarse mediante un acuerdo de reformas sociales entre explotadores y explotados, precisamente cuando los Estados Unidos y sus agentes se ven impelidos por la crisis del mundo imperialista a incrementar el saqueo de Latinoamérica en general y de Colombia en particular. Había cuatro aspirantes a la presidencia que se disputaban la promesa de la pacificación, y para los electores resultaba embarazoso por quien definirse, siendo que la autodenominada oposición democrática, en lugar de desenmascarar categóricamente a los directorios oficiales y disidentes de los partidos tradicionales, se prestó para hacerles el juego en torno a aquel demagógico asunto.

Hasta el jefe del M-19, después de declararle la guerra al gobierno, terminó por concederles credibilidad a las ofertas pacificadoras del candidato del continuismo.

Nos corresponde, pues, cumplir el compromiso contraído con las masas y con los activistas populares de perseverar en la lid, convencidos hoy más que nunca de la necesidad de enarbolar muy en alto las banderas de la revolución colombiana. Por lo tanto, la Conferencia del MOIR, realizada el 3 y 4 de abril últimos, tomó la resolución de proclamar al camarada Marcelo Torres y alrededor de su candidatura residencial culminar esta campaña electoral, propagando, en la medida de nuestros recursos y posibilidades, las ideas y los programas que algún día darán al traste con los verdugos y embaucadores de la nación y del pueblo y harán de Colombia una república nueva, próspera y soberana. Un conocido proverbio árabe sentencia: “más vale encender una luz que maldecir la oscuridad”. En cierta medida eso es lo que ambicionamos con este gesto un tanto simbólico.

De otra parte, compañera Consuelo, queremos expresarle nuestro reconocimiento por la forma como adelantó durante un año largo la gira nacional que la condujo desde las capitales departamentales hasta los sitios más apartaos del país, soportando no pocas privaciones y arrostrando con altivez las persecuciones y hostigamientos constantes de las autoridades. Sus esfuerzos por denunciar los atropellos contra los obreros, campesinos y estudiantes, al igual que sus pronunciamientos en pro de una patria independiente del yugo del imperialismo y resguardada ante las asechanzas del socialimperialismo, son aportes de valía a la configuración de la corriente política revolucionaria a que nos hemos venido refiriendo y por la cual esperamos seguir colaborando mutuamente en el fortalecimiento del Frente por la unidad del Pueblo.

 

Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario (MOIR)

 

 

 
 
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