Orlando Ambrad, un leal amigo de Mosquera
Por Ramiro Rojas
Me he abstenido últimamente de tocar los temas que
aquejan al pueblo colombiano o ahondar en la corrupción e impunidad
que se enseñoreó en el país durante los gobiernos de
Santos y el de su antecesor, en parte por problemas de salud y otras consideraciones
personales, pero más que todo por el convencimiento de que desde
estas páginas es difícil, dadas las circunstancias actuales,
lograr por ahora el más mínimo cambio del curso que lleva
la política en nuestra patria.
La fuerza y el arraigo popular que en esta etapa del desarrollo histórico
de Colombia ha alcanzado la extrema derecha como una reacción entendible
ante el auge del terrorismo que implantaron las guerrillas de las FARC y
el ELN, gracias a la debilidad y a la condescendencia mostradas tanto por
parte de la población como por los gremios económicos y, en
especial, por los gobiernos que precedieron al régimen de Álvaro
Uribe; el desamparo de los campesinos, asolados por los político-para-militares
que los despojaron de sus tierras y los continúan asesinando en medio
de la más execrable impunidad, y la pasividad o más bien el
entreguismo de la dirigencia sindical, que terminaron por adormecer la combatividad
obrera, han incidido negativamente en la construcción de un partido
marxista al servicio de las masas como el que fundara Francisco Mosquera.
Pero la muerte del camarada Orlando Ambrad quien nos acompañó
en los últimos quince años en la tarea que nos propusimos
de preservar el Pensamiento Francisco Mosquera, guía más que
necesaria para el proletariado colombiano en su lucha por conquistar el
poder, obliga a salir de nuevo a la luz pública, al menos para rendirle
un sincero y merecido homenaje.
Sirva también este corto texto para hacerle llegar a su esposa Emanuela
y a sus hijos Eleonora y Salomón el más sentido y fraternal
pésame en estas horas de aflicción.
Orlando Ambrad fue un político nato, demócrata
como ninguno y hondamente comprometido con la lucha del proletariado. Desde
muy joven se vinculó a las Juventudes del MRL y ya en la Universidad
se relacionó con activistas de izquierda, inclusive con los del MOEC.
Y aunque “estudia” a Marx en esos círculos, confiesa
que únicamente cuando oye a Mosquera empieza a entender el marxismo
leninismo. Al MOIR y a Mosquera los conoce por medio de Gustavo Duncan y
es cuando se dice, hablando de Mosquera “esta es una persona que
entiende el marxismo, que lo aplica y que lo va a poner en práctica”.
Desde ese momento se convierte no sólo en un mosquerista convencido
y batallador, sino también en uno de los mejores amigos del gran
líder del proletariado colombiano.
Orlando Ambrad fue un hombre que hasta el último día de su
existencia permaneció fiel al ideario mosquerista y supo entender,
como nadie en el Partido, el sentido cabal de la política de las
alianzas así como las implicaciones y las tareas que conlleva el
trabajo conjunto con los aliados. Pero lo más importante, conocía
muy bien hasta donde se debía llegar para no terminar renegando de
su partido y convertido en un simple activista o militante de las organizaciones
de los aliados.
Hay momentos en el desarrollo histórico de la larga
lucha revolucionaria en que se precisa la alianza entre el proletariado
y sus contrincantes de clase porque los unen intereses afines que es necesario
superar antes de lograr la liberación del país del imperialismo
yanqui y de sus aliados fundamentales. Mientras tanto, se debe respetar
al aliado, realizar las tareas conjuntas con ahínco y sin recelos
ni dobleces, tal como nos enseñara Mosquera a través de las
alianzas con Alberto Zalamea en el Frente por la Unidad del Pueblo; con
el MAC y la Anapo de José Jaramillo y Jaime Piedrahíta, con
el Partido Comunista en la UNO, con el Movimiento Liberal Independiente
que dirigía Consuelo de Montejo, con Hernando Durán Dussán
el candidato de Turbay Ayala en 1990, e inclusive cuando decide apoyar al
imperialismo yanqui en su lucha contra el socialimperialismo soviético
o abrir un compás de espera al gobierno de Virgilio Barco ante la
promesa de éste de corregir el rumbo nefasto que impuso el espíritu
conciliador y entreguista de Belisario Betancur con respecto a las organizaciones
terroristas de las FARC y del ELN. Pero a Barco con la aclaración
tajante de que “no se le giraba un cheque en blanco” y, en el
caso del apoyo a Estados Unidos en su lucha contra el socialimperialismo
soviético, no inhibió a Mosquera para pronunciarse contra
la gran potencia del Norte cuando ésta escudada en su combate contra
la expansión soviética invadió a la débil isla
de Granada, violando el principio fundamental que tiene toda nación
al respeto a su soberanía, cualquiera que sea su régimen interno.
Que quienes ilusionados en la promesa de derrotar a las FARC y acabar con
los actos terroristas que asolaban al país le ofrecieran su respaldo
a Uribe al principio de su régimen, es explicable. Ya mencionamos
como Francisco Mosquera lo hizo con Virgilio Barco y hasta con el imperio
opresor. Pero que un mandato elevado a las máximas alturas de popularidad
gracias a las mentiras y falacias hábilmente montadas por los lugartenientes
del régimen y sostenido pasando por encima de todas las normas y
utilizando cuanta fechoría existe, desde hacer pasar a miles de indefensos
ciudadanos (campesinos, desempleados y hasta incapacitados y retrasados
mentales) como subversivos dados de baja en los combates contra la guerrilla;
montar la farsa de la desmovilización de frentes guerrilleros inexistentes;
pasar por encima de la constitución y la leyes para asegurar la reelección
del presidente; utilizar el organismo de la presidencia encargado de llevar
a cabo las tareas de inteligencia para darle seguridad al Estado y convertirlo
en un antro de criminales con el objetivo de silenciar a la oposición,
no son cartas para atraer a un demócrata y convencido combatiente
por el bienestar de las masas populares.
Pero son las palabras del mismo Ambrad, no exentas de ese fino humor que
siempre lo acompañó, las que exponen su alma y desmienten
infundios, le dan a entender al mundo su pensamiento político y su
inquebrantable compromiso con Mosquera y el proletariado y su condición
de revolucionario, así “le temiera a la revolución”.
Por ello invito con gran énfasis a que lean estos textos de su autoría:
<La burguesía reconocerá que tuvo la razón> que
aparece en 21 autores en busca de un personaje; la carta que le
enviara a Juan Leonel Giraldo en 2012 y los breves pero dicientes mensajes
mandados a El Fogonero, documentos que encontrarán en estas páginas.
Las personas únicamente somos fichas que van y vienen
pero serán los obreros, los millones de campesinos despojados de
sus tierras por guerrilleros y político-para-militares, los trabajadores,
los intelectuales y en general las amplias masas quienes bajo la dirección
de un partido del proletariado continuarán la lucha hasta alcanzar
la completa emancipación de Colombia del imperialismo norteamericano
y de las clases vendepatrias y lograrán conquistar la soberanía
y una mejor vida para toda la nación. Su triunfo se dará tarde
o temprano. Esa es la ley de la historia. Pero para ello será imprescindible
el Pensamiento Francisco Mosquera.
Y dejemos por hoy esto aquí, que a buen entendedor…